lunes, 16 de noviembre de 2009

"AXEL ENAMORA A LAS MENDOCINAS"

Para las 2000 almas que trepan a las sillas del Bustelo -a pesar del pedido de los guardias y de las súplicas de Axel- ya es ídolo indiscutido: “por familiero”, “por ángel”, “por bombón”, dicen las fans.

Y aunque al menos 800 se salen de la vaina por seguir trepadas y gritarle en alto, el reto del galán va en serio: “Es que después dicen que mi público es peligroso, miren que me suspendieron el show en San Juan. Al menos, eso hizo que saliera en la Rolling Stone. Pero... ¿Qué parte no entienden de ‘sen-tar-se’? Ahora comprendo a mi mamá, pobre, que es docente”.
Las señoritas, por un momento, se controlan: menos una embarazada que se lanza adelante como reclamándole piropo especial y una hincha de San Lorenzo que consigue, finalmente, entregarle la bandera.
Pero Axel parece no hartarse nunca de las historias de amor nacidas al calor de la experiencia. Y se cuelga la guitarra o se para en los teclados para soltar uno tras otro hits rosas como “Que estás buscando”, “Amada mía”, “La clave para conquistarte”.
Se cambia de ropa tres veces y canta -a pesar de las cuerdas vocales cansadas por más de 18 aviones en año y medio- con entrega sincera hacia su público. Si no, se lo fagocitarían, como en el cuento de Cortázar.
Es más: se acerca y pide, ¿qué quieren?, ¿”Me puedes de punta a punta” ?, ¿“Mi querida princesa”? Y todo es un ‘sí’ en aullido agudísimo, y un brillito mágico de celulares, y una luz escénica con nubecitas, sobre todo cuando sostiene la nota un buen rato o raspa esa garganta rota, vendiendo la intimidad a baladas.
Pues cada tanto enlaza las canciones con largos monólogos ‘familieros’ que resumen el estado en que compuso “Meme” (dedicado a la abuela inolvidable), o en que escribió “Ángel Dorado” (inspirada en la cercanía anímica con el hermano).
Así, todos salimos sabiendo que su sobrino se llama Ian, que su primo se llama Martín (el que entregó al final del show 200 amuletos como el que Axel ata en su cuello por cábala), que la premisa es decir que no tiene novia aunque ande con diez, que duerme con un conejo que le regaló un fan mendocino, que a veces se le escapan malas palabras y que “hace el amor, como todo el mundo”.
Las dos horas de show terminan arriba, con “Alma mía” y bis a pedido.
Quedará desde la medianoche, la laaarga fila de fans esperando por la firma del CD -un clásico de Axel, que pone el cuerpo y la paciencia en ello- y ese rictus de carilindo sensible estampado en las fotos que nos ofrecen a diez pesos.
Lo que quede de él, y lo que alcance a regenerarse esta semana bajo la luz de esa energía juvenil que alardea, tocará el próximo finde en Ferro, un debut de estadio para el muchacho de las tres décadas.


Mariana Guzzante

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