Se despedía la tarde
del sábado y Axel no paraba. La puerta de su camarín, instalado a una
considerable distancia del escenario montado sobre el campo del club
Vélez Sarsfield, se abría y cerraba a cada instante. El iba al baño,
tomaba agua, intercambiaba palabras con sus músicos y regresaba a su
espacio íntimo para meditar sentado, con las piernas cruzadas, los ojos
cerrados, su tatuaje que reza “om” (mantra que representa la conexión
con uno mismo y con el Universo) sobre su bíceps derecho.
En pocos minutos arrancaría el momento de mayor exposición de su
carrera, “la noche más importante de todas”, como reconocería luego.
Entretanto, por el mismo pasillo venían paseando, relajados, sus cuatro
invitados sorpresa al concierto: el español David Bisbal (súper aclamado
por el público femenino), Mateo Iturbide (el joven cantante y finalista
del reality La Voz... Argentina) y Juliana Gattas y Ale Sergi, de
Miranda! (también compañeros de Axel en el exitoso ciclo de Telefe).
Pero el alerta que dio un asistente, “¡dos minutos para salir!”, aceleró
el frenesí general. Entonces, Axel reunió a su tropa para la arenga
final. Les dijo: “Amigos, ésta es una noche única en la que cada uno es
protagonista de un sueño. Brindémonos por completo, con toda la actitud,
y disfrutemos de cada instante”. Todos se enlazaron en un abrazo,
doblaron sus rodillas hasta quedar casi en cuclillas y se irguieron
lanzando un grito de felicidad. Enseguida, dos asistentes artísticos y
dos custodios se acercaron para acompañar al cantante. “Estoy bien, no
siento vértigo”, comentó él. Cuando unos gritos desde lo alto de una
platea alertaron al estadio que se acercaba, de inmediato llegó el
primer alarido masivo. Subió a la rampa y las casi 40 mil personas se
enfervorizaron. De un pique llegó al borde del escenario y dio inicio a
la fiesta. Eran las 9.40 pm y una marea de fans rugía por su ídolo.
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Este fue el año mágico en la carrera y en la vida de Axel (35).
“Ludovica (Squirru) me lo explicó hace unos días, cuando la crucé de
casualidad –cuenta el cantante, todavía excitado al término del show en
Vélez, sobre el encuento en la noche de Los Personajes del Año de
GENTE–. Me dijo: ¿Cómo no vas a estar pasando esta maravilla, si es el
Año del Dragón en el Horóscopo Chino? ¡Y vos sos un dragón!’. Le
pregunté cuándo ocurrirá otra vez, y me respondió que ¡en once años!
Falta un montón, así que mejor festejar por este genial 2012”. El
concierto significó además el cierre del tour Un nuevo sol, nombre del
nuevo álbum, con el que recorrió buena parte de América. Por eso, feliz,
en familia, con su pequeña hija Agueda (2) en brazos, y rodeado de sus
músicos y amigos, en un salón VIP, charló con nosotros.
–Confirmado, es el año más importante de tu carrera, ¿no Axel?
–¡Sin dudas! Por empezar, porque disfruto a full de mi familia, de mi
hija, de mi compañera (Delfina), y de nuestro nuevo sol, otra nena, que
llegará en dos meses. Pero también porque siento una emoción tremenda
dado que la unión con la gente es cada vez más intensa. Soy un tipo
común y corriente que llegó hasta aquí acá gracias al público, y por eso
el agradecimiento es infinito. Ya van trece años de carrera y nunca
había soñado con tanto. No me olvido que arranqué muy de abajo, aunque
siempre con optimismo: tocaba en los bares, en el subte, y siempre me
decía a mí mismo: ‘¡Vamos, que vas bien!’.
–¿Qué otros hitos pusieron a tu 2012 tan alto?
–El tema Te voy a amar superó las 30 millones de reproducciones en
YouTube. Y sumale la repercusión de los cuatro Luna Park a fin del año
pasado. De ahí pasamos a la que tuvo este cierre espectacular en Vélez.
Lo de La Voz... también fue relevante, porque el equipo de trabajo
resultó genial, con los chicos de Miranda!, la Sole y el Puma. Me
encantó la experiencia y también conocer tanto talento anónimo. Y como
broche de oro, además de nuestra casa en Córdoba, donde vivimos con un
sentido muy ecológico, ahora conseguimos otra, con un jardín grande, en
Adrogué, pegado adonde me crié (Rafael Calzada).
–Todas estas vivencias te tocaron hondo. En un momento del show te quebraste y lloraste.
–Sí. Cuando empecé a entonar Te voy a amar, la gente me empezó a
acompañar y no pude aguantar la emoción, con esa multitud de todas las
edades delante. Además, se saben todas las canciones... ¿Sabés lo que es
eso para un cantante? Pasé de llorar a saltar, a bailar, a reír, a
pensar.
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Axel cuenta que el primer instante sobre el escenario el sábado fue como
“una hermosa patada en el pecho. A medida que fluía el tiempo, me iba
sintiendo en el living de casa”. Inclusive, promediando el recital, se
sentó en un sillón rodeado de sus músicos para cantar sus clásicos
iniciáticos, como Mi fuerza eres tú. La puesta en escena fue exuberante,
con un despliegue técnico que incluyó un círculo flotante (del que bajó
tocando al piano el tema Amo), “a la altura de los mejores espectáculos
anglos”, expresa orgulloso.
El momento más convulsionado (e inesperado) ocurrió cuando le dijo al
público “quiero bajar y estar con ustedes”, lo que provocó un tsunami de
alaridos. Pero aquello que parecía una mera frase para la tribuna se
hizo realidad. Dio una vuelta y regresó al escenario. Su remera había
quedado en el camino y en su cuerpo quedaron secuelas de arañazos, justo
antes de cantar Celebra la vida. “Necesito ese contacto con la gente.
Me carga de energía, aunque mi hijita pensó que me estaban dando una
paliza...”.
–¿Cuál es tu cable a tierra?
–Ella, Agueda, a quien mañana mismo llevo a ver al Sapo Pepe; mi
familia; y mi propia esencia. Cuando bauticé al disco Un nuevo sol,
pensé en la imagen de un sol que nos ilumine produciendo la unidad, el
amor, la liberación. Todos somos uno, sin fronteras, sin razas ni
idiomas. O más bien, guiados por el idioma del amor. Eso intento con mis
canciones, a través de cuatro acordes y no de cuarenta: expresar cosas
profundas de manera sencilla y directa, y con todos los ritmos que
sonaron esta noche sobre el escenario junto al fervor de la gente. Yo
soy un artista pop, y pop es apócope de popular: es una filosofía de
vida.
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